Afecto El mejor antídoto ante
un exceso de exigencia son las muestras de afecto. no es sólo cuestión de
besar, abrazar y decir a los hijos cuánto se les quiere sino de dar pie a momentos en que el niño se
sienta orgulloso de sí mismo porque sus padres se muestran orgullosos de él.
“Hay que saber reconocer los esfuerzos y reforzar lo positivo para que el niño
tenga momentos en que se sienta satisfecho cien por cien, aunque los padres
sepan que no todo lo ha hecho cien por cien correcto; luego, en otro momento,
ya podrán hacer hincapié en lo que está fallando . La clave es que los hijos se
sientan apoyados, valorados, y no sólo exigidos.
“Educarles es ejercer la
autoridad con amor, con sentido común, animándoles, diciéndoles que sí pueden
cuando se desaniman, dando ejemplo, reforzándoles positivamente y aplicando los
castigos no para dañar, sino para que no traspasen los límites”, es importante buscar momentos para pasarlo
bien juntos, para conversar, reírse, hablar de emociones y disfrutar del ocio
en común, para que la relación familiar tenga otras oportunidades que no sea
hablar de a quién le toca recoger la mesa o de cómo comportarse.
Si no, la vida familiar resulta muy
ingrata.
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